¿El amor está escrito en las estrellas?
Wil Carlisle, de diecisiete años, está convencida de que sí... desgraciadamente. Porque la quinta casa de su carta astral, la que corresponde a los asuntos amorosos, le augura una vida sentimental un tanto penosa. Afortunadamente, no todo está perdido. Este verano, durante veintidós días, los astros se han alineado a su favor. Este verano, tiene poco más de tres semanas para encontrar el verdadero amor. La suerte está echada. Si no quiere esperar otros diez años a que los planetas se pongan de su lado, Wil tendrá que superar el miedo a la quinta casa y aprovechar esta oportunidad sideral. No imagina que el universo está a punto de gastarle una jugarreta cósmica…
Es el primer libro que leo donde la astrología tiene un papel tan importante. Wil, nuestra protagonista, está lo que podríamos llamar... obsesionada con todo lo que dicen las estrellas desde que su madre murió. Ahora, vive con su abuela porque de su padre no se sabe nada desde antes de que naciera y lo único que le apasiona de verdad es lo que a su abuela no le hace gracia que estudie: el cielo. Casi con 18 años quiere encontrar el amor y las estrellas le dicen que tiene menos de un mes. ¿La única pista que tiene? Su madre le dijo que no se enamorara de un Piscis. Pero las cosas no son siempre como uno quiere ¿verdad? Teniendo en cuenta esas premisas, pensaba que se me haría un poco pesado todo el tema de la astrología porque, sinceramente, no tengo ni idea del tema (solo sé cuál es mi signo del zodiaco, como la mayoría de gente y ya). Por eso, me sorprendió bastante que, aunque algunas situaciones rayaran lo absurdo, como lo de obsesionarse con los Sagitarios, el libro me gustase tanto.
La autora intenta meter un triángulo amoroso innecesario y que nadie se cree, pues desde el primer capítulo (y no sé si decir que desde la primera página) ya se sabe con qué hermano se va a quedar. Sin embargo, normalmente en los casos de triángulo amoroso encontramos a un personaje bueno y a otro un poco turbio y, en este caso, no es así. Seth y Grant son dos hermanos que no se llevan del todo bien, sobre todo con relación a las chicas, pues el menor de ellos tiene unas cuantas inseguridades respecto al mayor. Pero dejando eso de lado... en realidad Seth sí que es un poco creepy y no solo porque le mienta a Wil sobre su signo del zodiaco para que le preste atención, sino que también le pide reiteradamente que se aleje de Grant y que no hable con él (que pesado...).
Pero bueno, que aquí las mentiras se llevan a la orden del día, pues Seth no es el único mentiroso controlador, no. Resulta que la abuela de Wil le oculta cosas relacionadas con su padre, quién se fue a la universidad a estudiar y cuando quiso volver se encontró con una mujer mayor que no le dejó acercarse a su hija. De hecho, tiene escondidas todas las cartas y felicitaciones que le manda su padre y si no fuese porque ella las encuentra sin querer... aún no sabría nada. Y cuando las cosas no podrían ir a peor (porque Wil ha sido castigada varias veces por su abuela), a la abuela le da un ataque al corazón cuando su nieta le echa en cara lo del padre (madre mía que mal rato leyendo esa parte).
Y luego está Grant que, a diferencia de su hermano sí que es realmente un trozo de pan. ¡Si hasta le ayuda a hacer magdalenas y se queda con ella en el hospital! Pero él no puede ser su pareja porque es Piscis y eso sería lo peor que podría pasarle a Wil, ¿no? Que el chico se suba a un depósito de agua pese a tener vértigo solo para "rescatarte" cuando aun ni te conoce... eso no importa, no si es piscis. Que os atraigáis mutuamente y no puedas pensar en otro (aun estando con su hermano pequeño)... eso tampoco importa. Pero... ¿y si que sea piscis solo ha sido un malentendido? Porque en vez de ser la rara que pregunta por el signo del zodiaco, Wil es la rara que DEDUCE el signo del zodiaco por unos cuantos detalles que no conoce del todo bien.
En resumen, puede que el libro no sea una obra de arte pero tiene todas esas cosas que a mí me gustan mucho. Grant es un amor de persona y la tensión entre él y Wil es tan palpable que si no se hubiesen dejado llevar durante la partida de Marco Polo no hubiesen tardado mucho más. Vale, sí, en ese momento ella lo había confundido con Seth (que ya me dirás...), pero entre eso, las magdalenas, el depósito de agua y el hospital... ¿quién no se enamora de este chico? Sinceramente, me hubiese gustado que al final las sospechas de Wil fuesen ciertas y hubiese sido piscis para demostrarle a la loca de las estrellas que el amor simplemente es eso: amor. Sin estrellas, sin reglas escritas en el cielo.
Si con todo esto aún no te convence el libro... deberías saber lo geniales que son los amigos de Grant y Wil. Él tiene a su amigo hispano Manny que tiene de sutil lo que un elefante, pues intenta varias veces que Wil abra los ojos y vea lo que realmente siente por Grant. Sin suerte. Ella tiene a Irina, su amiga rusa que la quiere con locura y haría cualquier cosa por ella. De verdad que las escenas donde salían Manny e Irina eran las mejores (sobre todo esa que tiene que ver con el billar). Pero es que, además, si no fuese por estos dos, Wil y Grant hubiesen tardado bastante más en acabar juntos (creo). Más que nada porque Irina es la responsable de que él vaya al hospital cuando a su abuela le da el infarto y la que le ayuda a encontrarlo cuando él decide irse de la ciudad.
VALORACIÓN: ⭐⭐⭐⭐⭐
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