Alicia, la actriz que lo tiene todo, incluso al chico de moda, ese por el que todas suspiran, recibe una llamada desconcertante: su abuela ha muerto y ella es su heredera. Espera un momento, ¿Qué abuela? Alicia solo tiene a su madre, quien no se lleva bien con su progenitora, por lo que no puede ser que ESA sea la abuela que se lo ha dejado todo. Pero lo es. Ahora el problema es que tiene que decir adiós a sus vacaciones con su novio para volver al pueblo de su abuela para la lectura del testamento ¿Podría ser peor? La verdad es que si, pues el pueblo está desconectado de la civilización y ella, la que vive y respira gracias a sus redes sociales, deberá vivir ahí un tiempo si quiere cobrar la herencia. Pero hay un pequeño y molesto detalle extra: el vecino. ¿Conseguirá vivir desconectada de su mundo sin que el vecino la saqué de quicio?
Descubrí el libro por casualidad y me enamoró. El hecho de tener una abuela a la que no conoces y que te deja todo lo que tiene es un poco desconcertante. Pero cuando te enteras de que prácticamente todo el pueblo es suyo (o de Alicia), bueno... Eso es aún más raro. Aun así, me sorprendió bastante que Alicia se quedara para intentar hacerse con la herencia. Sobre todo teniendo en cuenta el detalle de la conexión a Internet. Quiero decir... Una persona adicta a las redes sociales, de repente se ve "obligada" a desengancharse a la fuerza solo para que otros miembros de la familia no se queden con las propiedades de una abuela a la que no conociste. ¿No se os hace raro?
Pero bueno, el caso es que decide quedarse en el pueblo, pese a no tener Internet y a tener de vecino al guardia civil que le saca de sus casillas. Vale, a ver, aquí hay que hacer una pausa porque madre mía la relación de estos dos. Se podría decir que algunos de sus encuentros no son para nada normales e incluso algunos rozan lo absurdo. Sin embargo, estos dos personajes que se pasan medio libro midiendo quién es más cabezota, tienen algo que me ha ido ganando poco a poco. Si bien su relación no es nada convencional, ha ayudado en cierta manera (porque las señoras del pueblo también han tenido mucho que ver) a que Alicia descubriese qué es lo importante de su vida y dejase de lado su obsesión con las redes.
Tengo que confesar que al principio Alicia me pareció algo (por decirlo de alguna manera) superficial y no podía con ella. Las señoras mayores del pueblo eran lo mejor del libro hasta que la relación de la protagonista con el Picoleto Guaperas fue a más. En general las relaciones que hay entre los personajes son muy bonitas, sobre todo las que son entre familiares, pero si una cosa me ha quedado claro es que a veces el orgullo y la terquedad de una persona (o de dos, en este caso) puede provocar que esas relaciones tan bonitas se deterioren, desgasten y desaparezcan. Sin ir más lejos, solo tenemos que fijarnos en la relación entre la abuela y la madre de Alicia y, sinceramente, si Alicia y Pepe no se hubiesen tragado su orgullo... la cosa no hubiese ido a más (pero es que ese tira y afloja me encanta).
En definitiva, que tampoco me quiero enrollar mucho, si bien es cierto que quizá no es una obra de arte en sí mismo, es un libro que a mí me ha encantado. Quizá también porque era lo que necesitaba cuando lo leí, pero a veces las cosas sencillas te hacen ver algo que no podrías haber visto de otro modo. Como ya he dicho, de este libro me llevo las relaciones porque, a veces, necesitamos desconectar para reconectar con lo importante. Con esto no digo que las relaciones sean fáciles, de hecho a veces lo más complicado es la familia, pero lo importante es no cerrarse e intentar llegar a un punto de entendimiento mutuo para evitar lo que les pasa a la abuela y a la madre de Alicia.
VALORACIÓN: ⭐⭐⭐⭐⭐
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