Hoy, 15 de abril, es el día del niño donde yo vivo, por eso, como cada año, os traigo una historia para los peques de la casa. En este caso se trata de la segunda parte de Mago por casualidad (reseña que os dejé el año pasado). Antes de empezar, os dejo por aquí el resumen (y luego, como siempre, os cuento mi opinión):
Volvemos al mundo de fantasía prácticamente donde lo dejamos con Mago por casualidad. Sin embargo, Ratón se ha convertido en el mago real de un reino un tanto especial: a la princesa no le interesa ser rescatada, casada y comer perdices. No. A ella lo que le gusta es cazar dragones, ir en busca de aventuras y luchar con su espada mágica.
Sobra decir que su madre, la Reina, no está de acuerdo con eso, por lo que crea una "competición" para ofrecer la mano de su hija en matrimonio: el héroe que traiga el cetro del Gran Brujo del País de los Espantos, se casará con la princesa. A raíz de eso, Ratón y Lila se vuelven a embarcar en una serie de aventuras un tanto extrañas (y divertidas) para ver quién se hace con el cetro (y quién se casará con la princesa).
La historia es cortita, llena de aventuras y personajes (algunos ya los conocíamos del libro anterior). La mayor parte de la historia se centra en el viaje por el reino para encontrar el cetro, pero al final no vuelven a casa solo con un cetro, pues por el camino rescatan a una princesa (y algunos saquean los tesoros del Gran Brujo). Además, la determinación de la princesa por seguir su propio camino es un puntazo y me ha recordado un poco a la historia de Mérida en Brave (película de Disney).
Se me ha hecho un poco pesada la insistencia de la Reina por casar a su hija y así intentar alejarla de las aventuras y los dragones. Pero hay que decir que el tiro le ha salido por la culata porque al final la persona que ha ganado el derecho a casarse con su hija... bueno, es su hija. La cara que se le ha quedado a la otra princesa al ver que la ha rescatado una chica no tiene desperdicio, porque mira que también era pesada con el tema de casarse con el caballero misterioso que la había rescatado.
Por otro lado, tenemos al Rey, un hombre al que le da igual que su hija se comporte más como un caballero que como una princesa (según lo que dice la tradición). ¿Y lo de los cetros? No me esperaba para nada ese final. ¡Qué hombre más raro! Y lo mejor es que no se fía mucho de Ratón (por lo que parece), quien resulta ser el mago de la corte, pero por lo visto aún no acaba de controlar su magia y las cosas no le salen siempre bien (por ejemplo, la espada parlante es un poco protestona, pero tiene sus puntos graciosos).
En definitiva, si os gustó Mago por casualidad, deberíais darle una oportunidad a este. Y si lo leéis (o vuestres peques) decidme qué tal os ha parecido.
VALORACIÓN: ⭐⭐⭐
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