Clara está cansada de que la traten como a una cabeza hueca. Sí, su físico es de infarto e incluso parece una Barbie por su pelo platino natural y su afición por cualquier tono de rosa. Pero no solo es una chica bonita, pues su coeficiente intelectual es bastante alto (aunque nadie se lo llegue a plantear). Por eso, su mejor defensa es el sarcasmo y la bordería porque cuando quiere encontrar a la pareja ideal, no le gusta que solo se fijen en su físico.
Carlos lleva tiempo esperando que la chica de sus sueños, esa a la que ve cada viernes en el bar, se fije en él. Pero siempre está rodeada de otros que se le echan encima cual depredadores. Sin embargo, una noche llega su oportunidad y la vida de Carlos y Clara se verá en vuelta en un juego que les cambiará la vida.
La historia de Clara y Carlos tiene sus momentos. Es un libro bastante corto que se lee muy rápido y te saca alguna que otra carcajada. Pero también te hace arrugar la nariz en algunos momentos (sobre todo con algún comportamiento de Carlos y de su familia). Porque sí, Carlos y Clara son muy bordes, pero es que además tienen una manera de comunicarse que, en un principio, me chocó bastante. Pero al final te acaba enganchando su juego de provocación, ese que se convierte en una competición para ver quién deja con más ganas a la otra persona.
Me ha gustado mucho que se nos enseñe el primer encuentro entre Clara y Carlos. Que ella le mire de arriba a bajo y de abajo arriba y le suelte esa frase para decirle que no le importa como se llama. La misma frase que él utiliza la primera vez que ella se le acerca en el bar de los viernes... y la mirada. Esa mirada de arriba a bajo y de abajo arriba que tanto repite (que me pareció un poco cansino que se repitiera tanto) y que viene de ese primer encuentro en la carretera... MARAVILLOSO.
Si los personajes se hubiesen conocido ese día en la carretera y hubiesen vuelto a coincidir en el bar por casualidad... me habría parecido genial. Ahora bien, sabiendo que realmente Carlos la ha estado siguiendo durante varios años para que ella se fijara en él... que mal rollo. Lo de rozando el acoso se coge muy con pinzas, teniendo en cuenta que lleva años espiándola en el bar los viernes y en la cafetería de al lado del trabajo cada semana. Además... tenemos el tema de su actitud (¿cómo dice?) de neandertal. Y es que la visita a su familia no tiene desperdicio porque por lo visto sus hermanos no saben controlarse (ni comportarse) y al final acaban a golpes todo el día. Pobre Clara.
Pero bueno, como he dicho, tiene sus momentos. Y para pasar el rato una tarde... no está mal.
VALORACIÓN: ⭐⭐⭐
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